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Dos cenas

Couverture du livre « Dos cenas » de Emilia Pardo Bazan aux éditions Culturea
  • Date de parution :
  • Editeur : Culturea
  • EAN : 9791041937950
  • Série : (-)
  • Support : Papier
Résumé:

-Hoy es un dia muy senalado y una noche en que no se debe cenar solo -dijo Rosalbez, el banquero, a su amigo el joven conde Planelles, a quien encontró casualmente en su misma calle, casi frente al suntuoso palacio. Usted es soltero, no tendra quiza comprometida la cena... Si quiere hacernos el... Voir plus

-Hoy es un dia muy senalado y una noche en que no se debe cenar solo -dijo Rosalbez, el banquero, a su amigo el joven conde Planelles, a quien encontró casualmente en su misma calle, casi frente al suntuoso palacio. Usted es soltero, no tendra quiza comprometida la cena... Si quiere hacernos el obsequio de aceptar..., a las ocho en punto... Yo apenas cenaré: me siento malucho del estómago; usted despachara mi parte...
-Mil gracias, y aceptado -respondió cordialmente el conde-. Pensaba cenar con unos cuantos en el Nuevo Club. Les aviso, y en paz... Aunque casi no era necesario avisarlos: al no verme alli...
-¡Perfectamente! Hasta luego -murmuró Rosalbez, saltando a su berlinita, que le aguardaba para llevarle, como todos los dias, a una plazuela, y de alli, a pie, a cierta casa, hasta la cual no le convenia que llegase el coche.
Era el secreto de Polichinela, como dicen nuestros vecinos los franceses; nadie ignoraba en Madrid que Rosalbez protegia a aquella rasgada moza, Lucia la Cordobesa, de tanta gracia y garabato, y que el entretenimiento le salia carisimo: el que lo tiene lo gasta.
Ha de saberse que Rosalbez, el opulento, habia llegado a los cincuenta y seis anos, y empezaba a cambiar sensiblemente de genio y de gusto. En otro tiempo no necesitaba la nota afectuosa en sus relaciones con mujeres: sólo exigia que le divirtiesen un instante. Ahora, sin duda, el desgaste fisico de la edad reblandecia sus entranas, y lo que buscaba era agrado tranquilo, el halago suave de un mimo filial. Su hija verdadera, Fanny, le demostraba un respeto helado, una obediencia pasiva y mecanica, y Rosalbez aspiraba a encontrar en la Cordobesa espontaneidad, calor amoroso, algo distinto, algo que removiese ceniza y alzase suaves llamas. Con esta esperanza y este deseo, llamaba a su puerta el dia de Navidad.
Lucia estaba en su tocador. Vestia una bata de franela rosa. La doncella, que le recogia con ancho peine la magnifica mata de pelo ondulado, de un negro azabache, al ver entrar al protector retiróse discretamente.

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