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La mujer que manda en casa

Couverture du livre « La mujer que manda en casa » de Tirso De Molina aux éditions Culturea
  • Date de parution :
  • Editeur : Culturea
  • EAN : 9791041810659
  • Série : (-)
  • Support : Papier
Résumé:

ACAB Por mas que inmortalice, eterna en sus murallas Babilonia, a Semiramis su Reina y su fama felice, diosa de las batallas; lauros la cina cuando Ofires peina, pues sin cuidar prendellos, causando al Asia espantos y ocasionando simulacros tantos, opuesta al sol, enarboló cabellos; su... Voir plus

ACAB Por mas que inmortalice, eterna en sus murallas Babilonia, a Semiramis su Reina y su fama felice, diosa de las batallas; lauros la cina cuando Ofires peina, pues sin cuidar prendellos, causando al Asia espantos y ocasionando simulacros tantos, opuesta al sol, enarboló cabellos; su fama en vos admiro, luz de Sidón, Semiramis de Tiro. Guerra es también la caza, estratagemas tiene, inventa ardides y emboscadas pone; vos de la misma traza (cuando en triunfo solene mis sienes manda Marte que corone del arbol fugitivo, al dios planeta esquivo) porque Moab postrado, sujeto a vuestro Acab, parias le ha dado, divino cazadora, triunfos de fieras blasonéis, Aurora. Envidia tengo al ave que ejecutando vuela (rayo veloz de pluma) altanerias; si lo que goza sabe no ha menester pigüelas que en las alas repriman osadias; en carcel generosa alcandara es hermosa de cristal transparente vuestra mano: si en ella favor siente que mi fortuna pueda hacer dichosa, la garza que hay mas bella renunciara por no apartarse della. Provincia es tributaria Moab (por mi abatida) de Israel, porque en dichas trueque quejas; su rey pecha a Samaria, en cambio de su vida, cada ano para vos cien mil ovejas: vellocinos de plata daros en ellas trata, que se blasonen dignos como el de Colcos, ser del cielo signos y el múrice convierta en escarlata, porque Jezabel pueda anteponer la púrpura a la seda. Cargados mil camellos de marfil y oro puro, espolios son que os sirvan de tesoro, con que alcazares bellos os labre (que procuro palacios de marfil a deidad de oro). Hónrenlos vuestros ojos y mezclando despojos de la caza y la guerra, yo valles conquistando, vos la sierra, vencedores los dos: lloren enojos enemigos agravios, mientras este cristal sellan mis labios.

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